sábado, 30 de enero de 2010

¿Quien soy?

Este es una pregunta que es difícil contestar de una manera directa. ¿Qué tendencias tenemos? ¿Cómo reaccionaremos a una situación dada en un momento dado? Puede parecer que no estamos tan conectados con nuestro yo interior pero pienso que si observamos cuidadosamente a que le damos importancia en una situación dada, podremos empezar a conseguir la respuesta. Por ejemplo, la mayoría de los padres harían lo que fuera necesario para asegurar el bienestar de su familia en una situación de peligro, y la manera en que responden es un reflejo de su yo interior. Al creer en algo y actuar sobre ello con todo nuestro corazón, nuestro verdadero yo se hace evidente.

Cuando le damos importancia a algo nuestros pensamientos son dominados por ello. Para algunos puede ser el amor de su pareja, el bienestar de un recién nacido, el partido de fútbol o el legado que le dejamos a futuras generaciones. En estas situaciones nuestros principios, valores, creencias, intenciones y experiencias se activan, y reflejan una parte de lo que somos. Nuestros sentimientos florecen cuando realmente nos importa algo y lo expresamos con una variedad de emociones incluyendo felicidad, rabia, amor y ansiedad. Generalmente, nuestro comportamiento es la manifestación de nuestros pensamientos en el mundo físico, y un componente importante de nuestra comunicación.

Creo que nos definen nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos. Si nos queremos conocer mejor creo que es imperativo empezar por nuestros pensamientos tanto conscientes como inconscientes. Por ejemplo, ¿cómo te sentirías si un extraño te prohibe hacer algo? Aunque esto parezca un tema lógico como minimizar riesgos, es seguro que habrá un tema emocional de trasfondo como una necesidad de libertad que puede generar discordia. Para estudiar nuestros pensamientos se requiere vivir el momento y estar atentos a como influyen en nuestra experiencia cotidiana.

Si no nos definen los pensamientos entonces es fácil pensar que somos así tal cual somos y no hace falta cambiar. Para mí el peligro de esta actitud es que nos podemos pasar toda una vida sobreviviendo las pesadillas de nuestra realidad una y otra vez. La vida nos ha mostrado que pasa cuando tratamos de imponer nuestra voluntad en la naturaleza, por ejemplo desviando el camino de un río.  Cuando las cosas salen mal porque el río retoma su curso, muchos de nosotros terminamos preguntándonos por qué la vida nos hizo está jugada.

Cogito, ergo sum. René Descartes usó esta expresión "pienso, luego existo" como una propuesta de existencia, luego concluyendo con "soy, existo". Para mí esta expresión describe la conexión entre nuestros pensamientos y nuestra existencia. Se puede decir que nuestros pensamientos crean nuestra realidad y creo que en muchos aspectos esto es verdad.

Pienso que uno de los aspectos importantes de nuestra condición humana es tener conciencia de nuestros pensamientos, decisiones, emociones y acciones. Son precisamente esos elementos que definen una parte de lo que somos. Tener conciencia va más allá de enterarse de nuestra realidad y requiere el poner nuestra atención en el momento presente. Para mí esto implica participar activamente en la vida abriéndonos a las situaciones que creamos, asumiendo responsabilidad total por los pensamientos, decisiones, emociones y acciones que originan de nosotros. Por eso pienso que las grandes obras de la humanidad son creados cuando nos retamos a obtener lo mejor de nosotros mismos. Si asumimos una actitud de búsqueda continua de nuestra verdad y ayudamos a otros en el camino, conseguiremos los tesoros que esta vida tiene para ofrecernos, como el amor incondicional de nuestra familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario