La toma de decisiones es una competencia que puede diferenciar a un buen líder, y donde el ejercicio de auto-control es fundamental para el éxito. En particular, podemos asegurarnos de que nuestras necesidades y emociones no interfieren en el proceso de toma de decisiones. ¿Basamos nuestras decisiones en el capricho o en el conocimiento de las situaciones y los actores involucrados? Nuestra historia está llena de ejemplos de decisiones equivocadas en los momentos críticos, como la denegación de ayuda después de una catástrofe debido a una diferencia de ideología con los que ofrecen ayuda. Parece que los dirigentes no tienen en cuenta el contexto de la situación y las necesidades de colectivo tanto como sus propios criterios. Nuestra respuesta a situaciones difíciles proporciona una buena medida de la importancia de la utilización del contexto. Por ejemplo, hay ciertas decisiones que deben tomarse inmediatamente después de un desastre y no después de una evaluación personal, tales como el envío de recursos específicos que pueden ayudar a los muy necesitados. Esto podría salvar vidas y hacer una diferencia al tener la ayuda disponible 2 días después de un desastre en vez de una semana después.
Creo que la toma eficaz de decisiones tiene mucho que ver con el proceso de preparación. Esto significa que deben existir mecanismos para recopilar información que puede proporcionar una comprensión de las situaciones que enfrentamos. ¿Nos tomamos el tiempo para entender lo que realmente está ocurriendo y encontrar las razones detrás de los problemas que se enfrentan? ¿O estamos cegados por nuestras emociones como el miedo y la ira? Es mejor tomar decisiones informadas que puedan resolver los problemas específicos y centrar los recursos en la solución de ellos.
Con cada vez más fuentes de datos, la toma de decisiones se hace un desafío si no estamos preparados para procesarlos e interpretarlos correctamente. Además, los datos que recibimos, no necesariamente nos dan una licencia para automatizar las decisiones. A veces se hacen evaluaciones a la ligera que pueden dar la impresión equivocada de la situación. Por ejemplo, se podría decir que los pobres tienen mayor acceso a la salud y la educación porque el número de clínicas y escuelas se han duplicado. Sin embargo, cuando miramos más de cerca encontramos que carecen de los recursos necesarios para llevar a cabo sus funciones. Los líderes harían bien en asegurarse de que las decisiones adoptadas maximicen los beneficios de los que se ven afectados.
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